El Monte Saint-Michel es famoso por su patrimonio histórico, pero la bahía que lo rodea alberga también una extraordinaria biodiversidad. Las marismas y praderas saladas que se extienden hasta donde alcanza la vista albergan un gran número de aves, entre ellas la elegante avoceta, una grácil ave zancuda que se alimenta de pequeños invertebrados, y el águila pescadora, una rapaz piscívora poco común en el oeste de Francia. En primavera, un pequeño sapo, el pelodita moteado, le sorprenderá con su canto que recuerda el chirrido de una puerta
La orilla alberga una flora específica. Las plantas halófilas son el alimento básico de los animales que pastan en las praderas, como las famosas ovejas de los prados salados. Otras especies, como las focas ballenato y los delfines mulares blancos, prosperan en la bahía.
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